martes, 5 de marzo de 2024

No siempre es necesario meterse en el papel

A veces leo por ahí que para jugar a rol siempre hay que interpretar personajes. Hacer, cómo un actor de método, un esfuerzo por integrarse en la ambientación, 'pensar como el personaje' y jugarlo, y ahí radica la gracia de jugar a rol.

Sinceramente, no estoy de acuerdo.

Creo que no siempre es necesario meterse en el papel. No siempre hace falta imbuirse del mundo y sus elementos. especialmente si los jugadores (o incluso el DJ) no le dan una gran importancia a ese aspecto del juego. Y, desde luego, esto no es malo per se. Todo depende, como siempre, de lo que la mesa busque.

Llevo años jugando un megadungeon de D&D y la mayoría de jugadores sienten bastante poco interés por el mundo de fuera del megadungeon, más allá de algunos detalles. Las culturas, religiones, idiomas... Son cosas secundarias, siendo lo importante la partida, el juego en sí. Eso no quiere decir que sea una partida de 'saja-raja', ni mucho menos. Hay una gran dosis de diplomacia con las distintas facciones del megadungeon, de saber cuando hablar y cuando huir, y ese tipo de cosas. Pero, es un hecho, la interpretación de un papel es posiblemente el menor de los intereses de la mesa en conjunto. Sin embargo no es cosa de los jugadores per se: varios de esos mismos jugadores disfrutan cuando 'se meten' en el papel en Warhammer, al ser una ambientación que conocen y aman. 

¿Acaso están jugando mal? Desde luego que no.

Cada mesa es un mundo, y cada partida, un continente. Igual que nos reímos cuando hay gente que dice que tal o cual juego de tintes narrativos no es un juego de rol, lo mismo deberíamos reírnos cuando una partida como la que he descrito (y que es una de las campañas más largas que he jugado) también es calificada como ajena al rol.

Es curioso que yo diga esto, porque si seguís este blog sabréis que soy una persona obsesionada con las ambientaciones. Me encanta escribirlas de forma implícita, ver como tiñen al juego, como afectan a los jugadores, y como todo eso hace que jugar en una u otra acabe haciendo una experiencia muy distinta, incluso con el mismo juego. A mi me encanta la sensación de que una partida de rol es 'vivir en otro mundo', aunque sea centrarse en saquear y robar como cualquier aventurero ideado por Gygax. Pero eso no quita que entienda el valor, y a veces lo disfruto profundamente, de entender el juego de rol en su faceta más lúdica, y menos narrativa. Comprenderlo como una gestión de recursos, libertad de acción, atenerse a las consecuencias... He jugado mucho de esta manera y hay gente que realmente lo disfruta. Y antes de que empecéis a pensar 'bueno, eso es para los jugadores munchkin de toda la vida que son incapaces de pensar fuera de su ficha', creo que es un poco todo lo contrario. En mis muchos andares por distintos grupos he visto que la gente que es menos cercana a este hobby, o que es más antisocial (por la razón que sea, que en nuestra afición, es bastante gente) suele disfrutar más de comprender el juego en base a sus mecánicas explícitas e implícitas e ir poco a poco metiéndose en la ambientación.

Pero en fin, menuda forma de dar vueltas para llegar a decir una obviedad, ¿no?

¡Nos leemos!

jueves, 22 de febrero de 2024

El pugilista, una clase para OSE

Los que me conozcan de estos andurriales sabrán que no tengo demasiada relación con OSE. Entiendo las bondades del juego, pero siempre me he decantado por otros retroclones. Sin embargo lo conozco, y lo manejo un poco.

Un colega me preguntó sobre una clase de 'liarse a mamporros', pero que no fuera ni un guerrero ni un monje. Y recordé que, como en tantas otras cosas, ACKS tiene siempre la respuesta. En la AXIOM 12 se publicó la clase del Pugilista, que es exactamente eso. El único problema es que tiene un par de cositas un poco demasiado ACKS y se me ha ocurrido adaptarla a OSE. ¡A ello!

Requisito primario: FUE y DES

Dado de Golpe: 1d6

Nivel máximo: 14

Armadura: Cuero

Armas: Dagas, porras, varas y hondas. 

Idiomas: Alineamiento y Común

Ya sean artistas marciales o matones callejeros, los pugilistas son gente que ha aprendido a salir adelante utilizando su propio cuerpo como arma. No son guerreros profesionales, al menos no en el sentido estricto de la palabra, y su entrenamiento se centra en luchar y esquivar con su propio cuerpo, ignorando el uso de armas y armaduras convencionales. 

Requisito principal: Un pugilista con al menos FUE y DES 13 gana un bonificador del 5% a sus PX. Un pugilista con al menos FUE y DES 16 recibe un +10% de bonificación a los PX.

Combate

Los pugilistas carecen de entrenamiento profesional y por eso no pueden utilizar armaduras, más allá de la de cuero, ni escudos. Pueden utilizar las armas más sencillas, como son dagas, porras, varas u hondas, pero prefieren utilizar su propio cuerpo como arma en la mayoría de los casos.

Puñetazos y patadas

Un pugilista comienza con una rutina de ataque de 1d3/1d3 con sus puñetazos (aunque también patadas, cabezazos, codazos y otros ataques, depende del estilo de combate del pugilista). Esto le permite hacer dos ataques por asalto, como si de un monstruo se tratara. A nivel 2 el daño aumenta a 1d4/1d4, y aumenta a 1d6/1d6 a nivel 4, 1d8/1d8 a nivel 6 y hasta 1d10/1d10 a nivel 8.

Desde el nivel 5, los ataques del pugilista son capaces de dañar a aquellas criaturas a las que solo les afectan las armas mágicas. 

Juego de pies

Un pugilista debe aprender a esquivar más incluso que la mayoría de guerreros, ya que no pueden arriesgarse a recibir un golpe que vaya a detener su armadura. Un pugilista gana +1 a la CA tanto en cuanto lleve armadura de cuero o no lleve armadura en absoluto y no esté cargado. Este bono aumenta a +2 a nivel 3, +3 a nivel 5, +4 a nivel 7, +5 a nivel 10 y +6 a nivel 13. 

Furia de combate

A nivel 6 el pugilista gana la posibilidad de canalizar su furia para combatir con más eficacia. Puede hacerlo a voluntad. Al canalizar su furia, todos sus ataques reciben +2 al daño y se vuelve inmune al miedo. Sin embargo queda cegado por la violencia y no puede retirarse del combate. La furia solo termina cuando el pugilista es dejado fuera de combate o termina la pelea, lo que llegue antes.

Tras alcanzar el nivel 9

Un pugilista que alcance el nivel 9 puede montar un gimnasio, generalmente en una zona urbana o en una pequeña población rural. El gimnasio sirve como base de operaciones al pugilista, que puede atraer a más pugilistas o guerreros de todo tipo interesados en el entrenamiento.


Y esto sería todo. A diferencia del de ACKS, no tiene mejoras a agarrar (ya que esa mecánica de ACKS no es muy fácil de trasladar a OSE) y la selección de armas es un pelín distinta, pero a cambio el bono a la CA lo coge con bastante más facilidad. Creo que en general queda bastante bien. ¿Y qué os parece?

¡Nos leemos!

martes, 13 de febrero de 2024

En qué ando pensando

Más de 40 días sin actualizar el blog. No se si eso es un nuevo record, lo que se es que no es buena señal. ¡Pero bueno! No hay mal que por bien no venga. 

El final del año pasado y el inicio de este ha sido duro. A nivel personal han pasado cosillas que tampoco quiero mencionar, y a nivel laboral ha sido un cúmulo de retrasos, problemas con las imprentas y un pequeño porcentaje de envíos de Castillo Xyntillan que han salido mal (Correos ha perdido algunos paquetes que nadie sabe donde están y luego hubo unos pocos que la encuadernadora hizo mal, lo cual al final ha revertido en gastos inesperados... algo que llevamos bastante mal, ya que nuestras tiradas son forzosamente pequeñas). 

Todo eso se ha juntado en una época de bastante estrés que terminó derivando en problemas de salud (menores, menos mal). Ya estoy mejor, pero aún sigo algo pocho. Y además finalmente tras dos años de negociación conseguimos la licencia de Hârn, que viene a ser la última bala de Outremer. Vamos a ver como va.

Sea como sea, todo esto me ha dado tiempo para pensar. Ahora mismo debería estar haciendo cajas de Runecairn, pero me he tomado un pequeño descanso y quería ponerme a escribir (y a responder comentarios, que menuda vergüenza).

Creo que mi principal problema con el rol no es tanto trabajar de él (algo con lo que ya estoy bastante en paz, ahora solo me gustaría que esto fuera rentable...) si no con que llevo acumulando años (hasta más de una década, que ya es decir) de frustraciones, no pudiendo dirigir nunca una campaña satisfactoria posiblemente por culpa mía. No se exactamente por qué, pero seamos sinceros, he pasado por muchos grupos y yo soy la única constante, así que...

Por suerte al menos sí que consigo jugar. Llevamos ya más de dos años jugando la campaña de Stonehell (si bien online y cada 15 días, por lo que la cosa avanza lenta) y ahora mismo un amigo que lleva sin dirigir desde su adolescencia se ha lanzado a dirigirnos una campaña, en físico, de AD&D 2ª. Eso ayuda bastante, la verdad, porque cuando ando ahí tomando decisiones, tirando dados, apuntando cosas en la ficha, tomando notas en mi cuaderno... Recuerdo lo mucho que me gusta todo esto. 

Ahora mismo estoy, por enésima vez, preparando una campaña de Mythras para jugar online. En mi cabeza se que no va a salir bien, pero la verdad, me tiene algo ilusionado. Me gusta mucho este juego, siendo de mis favoritos, y siempre me inspira y me anima a crear. Mi gran problema es que, realmente, no hay aventuras de Mythras que realmente me gusten, quitando la Isla de los Monstruos, que me parece café para muy cafeteros. Ambientaciones que me gusten, muchas, pero aventuras no tanto. Lo bueno es que he podido ir sacando aventuras de aquí y de allá y creo que va a quedar un inicio de campaña interesante, lo suficiente para que los jugadores sientan lo distinto que es Mythras a otros juegos y ver si les gusta o no.

Y eso sería un poco todo. Me estoy dejando a mi mismo escribir una entrada así un poco aleatoria porque de verdad que quiero seguir escribiendo. A ver si sigo con la serie del simulacionismo para ganarme malas miradas. E incluso un amigo me está convenciendo para hacer una serie sobre la OSR, que creo que está muy mal entendida en el mundo hispanohablante... En formato podcast. Creo que si hago eso ya me gano enemistades.

En fin, poco a poco. Y seguimos.

¡Nos leemos!